Existen dos tipos de cúmulos estelares en nuestra galaxia: los cúmulos abiertos y los cúmulos globulares.
Los cúmulos abiertos son agrupaciones de estrellas formadas a partir de la misma nebulosa. Se suelen formar en el disco galáctico donde existe gran cantidad de material interestelar.
Las estrellas que albergan suelen ser jóvenes, masivas y muy calientes, y su número puede oscilar desde una decena hasta varios miles. Digamos que las estrellas de un mismo cúmulo abierto son “hermanas”. Un ejemplo de este tipo de cúmulos son las Pléyades.
El final de los cúmulos abiertos es desolador. Debido al limitado número de estrellas en estos cúmulos, su estructura es vulnerable a los efectos gravitacionales de nuestra galaxia. Así, a lo largo de su vida estos cúmulos van sufriendo perturbaciones que hacen que las estrellas se separen y, por tanto, los cúmulos acaben disgregándose con el paso del tiempo. Es lo que ha ocurrido con el Sol: se formó a partir de una nebulosa que dio lugar a cientos de estrellas que se han dispersado por toda la galaxia.
Se han clasificado alrededor de 1100 cúmulos abiertos en nuestra galaxia, pero se estima que la cifra podría ser cien veces superior.